top of page

Síndrome de Ulises: ¿Cómo afecta a los Migrantes?

Actualizado: 11 mar 2023



El psiquiatara español Joseba Achotegui trabaja con temas relacionados con migración en la Asociación Mundial de Psiquiatría, en especificó el Síndrome de Ulises. Aclara el psiquiatra que esto no es una patología, ya que "el estrés y el duelo son cosas normales en la vida", pero sí remarca la peculiaridad del síndrome que deja al migrante, de nuevo, en la frontera. Pero esta vez entre la salud mental y el trastono.   Hay quienes emigran porque así lo desean, pero también quienes se ven obligados a ello. A finales de 2019, las personas desplazadas a la fuerza eran más de 79,5 millones según ACNUR, hoy ya suman más de 100 millones de personas.  Sin embargo, en el mundo hay alrededor de 281 millones de migrantes internacionales (el 3,6 % de la población), según los datos de 2020 de la ONU.


Sea algo elegido o no, los migrantes, con las raíces a miles de kilómetros, puede que nos sintamos como decía Gelman: como una "planta monstruosa". Y habrá circunstancias en nuestra llegada a destino que suavizarán esa condición o la empeorarán.   Normalmente asociamos la palabra "duelo" al sentimiento tras las muerte de un ser querido.  Los psicólogos lo relacionan con cualquier pérdida que tenga el ser humano, como dejar un trabajo, la separación de una pareja o cambios en nuestro cuerpo. Explica la psicóloga experta en duelo migratorio Celia Arroyo que el duelo migratorio está asociado a este gran cambio en la vida de una persona. Pero tiene características que lo hacen especial, ya que es un duelo "parcial, recurrente y múltiple".  Parcial porque no es una pérdida total como ocurre con la muerte de alguien; recurrente porque con cualquier viaje, comunicación con el país o echar un simple vistazo a una fotografía en instagram puede reabrirse; y múltiple porque no es solo una cosa la que se pierde, sino muchas.  Joseba Achotegui agrupó estas pérdidas en 7 categorías. La más evidente suele ser la pérdida de la familia y los seres queridos. También está la pérdida de estatus social, algo que, dice Arroyo, suele pasar por la condición de migrante pero si, además, "el país de origen es xenófobo, supone una gran adversidad".   Otro duelo que el migrante pasa es el de la pérdida de la tierra. Por ejemplo, extrañar un paisaje montañoso o los días llenos de sol.   Se suma el duelo del idioma, que será más fuerte en la medida en que se migre a un país con otra lengua.   Por último, está la pérdida de los códigos culturales, que puede significar algo tan sencillo como no tener con quién "echar un pie" y bailar salsa o con quien compartir un mate.


El síndrome de Ulises es cuando, además de tener que pasar estos siete duelos normales para un migrante, se hace en condiciones difíciles, explica Achotegui.   Los expertos consultados añaden que esta situación de vulnerabilidad que puede dar lugar al síndrome de Ulises se hace mayor cuando se es mujer.   Esto puede hacer que el síndorme de Ulises se confunda con otras enfermedades mentales como depresión o estrés postraumático y que trate de medicalizarse.   Pero, en este caso, cuando se solucionan los obstáculos que dieron lugar al síndorme (hay trabajo, cierta estabilidad, menos estrés, etc,), desaparece.   Así, cuando el malestar se convierte en permanente o impide que hagamos nuestra vida, hay que prender las alarmas.  Arroyo señala que, aunque es complicado dar un tiempo preciso, sitres meses después de haber conseguido una estabilidad el sufrimiento que sentimos no ha disminuido, es buen momento para pedir ayuda psicológica.  Celia Arroyo recomienda que el entorno permita a quien esté esta situación que se exprese libremente y pueda hablar de qué le pasa y cómo se siente. A la vez, es importante respetar su cultura, mentalidad y cosmovisión.


SÍNDROME DE ULISES: ¿ME PASA A MI?


México, como muchos otros destinos, es un país que recibe miles de inmigrantes anualmente, provenientes de diversos países como Guatemala, Honduras, Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, China entre muchos otros; esta circunstancia ha convertido sobre todo la capital en una ciudad multicultural, llena de oportunidades, diversidad y en constante crecimiento.


Sin embargo, el emigrar de un país trae consigo consecuencias a considerar, que podrían ser positivas o negativas dependiendo de cómo se afronten las diversas situaciones; si bien es cierto, se conoce que el emigrar implica esfuerzo, cambios, retos y posiblemente obstáculos, los cuales colaboran con el estrés crónico del inmigrante, también conocido como Síndrome de Ulises.


Entre los síntomas que comúnmente se ven reflejados en esta población podemos mencionar:

  • Síntomas depresivos,

  • Ansiedad,

  • Somatizaciones,

  • Estados de confusión y

  • Problemas de salud,

  • Sin dejar de lado el normal e inevitable duelo migratorio


El síndrome de Ulises es un cuadro reactivo de estrés ante situaciones de duelo migratorio extremo, que no pueden ser afrontadas y elaboradas. Este término contribuye a evitar que los emigrantes sean víctimas de la desvalorización de sus padecimientos, y de diagnósticos incorrectos, por el simple hecho de no tener en cuenta un concepto claro para esta problemática.


Joseba Achotegui, psiquiatra Español y profesor de la Universidad de Barcelona, precisa la existencia de cuatro elementos desencadenantes de este síndrome:


  1. La soledad, provocada por la separación forzada de la familia y los seres queridos

  2. El duelo por el fracaso del proyecto migratorio

  3. La lucha por la supervivencia, dividida en la alimentación y la vivienda

  4. El miedo a los peligros físicos relacionados con el viaje


Asimismo, Achotegui plantea la sintomatología de este síndrome:


  • Tristeza, llanto, baja autoestima, culpa, perdida de interés e ideas de muerte

  • Nerviosismo, tensión y preocupación excesiva

  • Cefaleas y fatiga

  • Alteración en la memoria, en la atención y estados de confusión


Creo que tengo estos síntomas y ahora ¿qué hago?


Lo primero es empezar a detectar que síntomas estamos padeciendo y con qué intensidad nos están afectando en el desarrollo de nuestras actividades, ya que sentir nostalgia, nervios o tensión es algo normal cuando se pasa por este proceso, lo importante es tener conciencia sobre que tan bien puedes manejarlo y no perder el Norte.


Sin embargo, todos tenemos momentos en los que nos sentimos desbordados por la presión de un cambio de tal magnitud y atendernos a nosotros mismos a tiempo es fundamental para conseguir el éxito.


No descuidar nuestras emociones y buscar apoyo psicológico cuando se necesita nos ayudará a sobrellevar los obstáculos del camino y seguir para adelante.

Una vez iniciado el proceso de inmigración, incluso antes de salir del país de origen, hay miles de interrogantes e incertidumbres que atacan. En lo personal podría decir que se empiezan a tener síntomas que hasta por el mismo estrés de la migración empezamos a normalizar y poco a poco, sin darnos cuenta, van interfiriendo en nuestro estado de ánimo, nuestro desempeño e inclusive nuestra salud.


Sin caer en un positivismo excesivo o fantasioso, puedo afirmar desde la experiencia que la forma en la que veamos las diversas situaciones es crucial para afrontarlas: tratar siempre en la medida de lo posible ver el vaso medio lleno y no medio vacío, agradecer por lo que se tiene sin tanto pensar en lo que se tuvo y fijar la mente hacia objetivos a corto y largo plazo. ¡Es momento para darte la oportunidad de palpar tus sueños!


Si bien sabemos, integrarnos a una sociedad requiere cambios en cuanto a normas, tradiciones, lengua y cultura, por lo que es necesario empezar a vivir este nuevo estilo de vida y a conocer más a fondo la sociedad en la cual nos estamos incorporando. Empezar a compartir y disfrutar de la diversidad y no verla como un despojo de tu esencia cultural sino como un agregado más a la experiencia de la vida.


Emigrar es un proceso complicado e individual de cada persona; sin embargo, en todos los casos independientemente de las circunstancias el contacto frecuente con la familia, amigos y seres queridos siempre será un apoyo fundamental, así como también darnos tiempo a nosotros mismos para adaptarnos y en caso tal, de sentir que nos desbordan las emociones y necesitamos mayores herramientas para recorrer el camino, siempre estaremos nosotros los psicólogos para acompañarte de la mano.


¡No tengas miedo, la vida es ahora!


Redacción: Andreina Peralta.

358 visualizaciones0 comentarios
bottom of page